miércoles, 22 de abril de 2009

Y lo escuché.


Y las luces se atenuaron para dar paso a la música de agitadas percusiones, los barcos zarparon y la inmoralidad quedo definida; ¿te he hablado antes de esas melodías? Llaman tanto mi atención que si pudiese conjurar un hechizo me convertiría en una de ellas, me convertiría en una melodía de esas que me hacen viajar y me dejaría besar y abrazar por quien quisiera darme amor.


Cariño, no te desveles, no gastes tu sonrisa, tu maravilloso resplandor, no borres los dibujos sobre la mesa pues hoy viajamos y hay que construir la nave, darle vida al plano y echarla a andar; hoy hay que ser crueles y egoístas, no debemos detener el tiempo pero, lo haremos sin pensar en nadie más; no debemos irnos lejos pero, el viento nos llama y la bocanada de aire que tenemos guardada se gastara pronto.


Démosle a María un punto de partida, ¿quieres? Démosle de que hablar. Dame un segundo mas, quiero escribir para ti y hacerte volar. Solo una escultora de palabras insensatas y adoctrinadas, palabras sucias y endemoniadas, palabras atemorizadas y aterrorizantes, ¿Cómo puede ser eso? Es solo que no hay nada más que decir, nada más que pronunciar los mantras y tratar de describir lo que siento, mis hermanas, mis amigas, mis madres, mis esposas y mis hijas.


Si mis lágrimas hablaran te dirían que sonríen mojadas, sonríen y son felices y por eso se derraman. Si mis lamentos se escucharan gritarían lo feliz que soy y te preguntarían el por qué de su existencia.


Deleitada entre sabores achocolatados con olores a fresas, hipnotizada por las luces espaciales, bailando, sangrando y viviendo cada latido, cada nuevo don, cada escapada. No te agites, cariño, duerme con las luces prendidas y cubre tus ojos con tu mano izquierda, enmudece los sonidos de afuera y sueña con el ruido del mundo.


Eso, en esa melodía me convertiría. En el ruido del mundo.


Cuelga la lámpara en la pared y duerme como si te aproximaras al Sol de frente, sin pausa alguna mientras yo bailo en el bosque enverdecido y húmedo donde nos conocimos.
Ámame, soy la melodía irresistible, el sonido totalitario, soy la música que mueve nuestros pies y agudice nuestras gargantas, no corras.

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